miércoles, 27 de agosto de 2014

Cane Medel


“¿Tienen la noche libre?” –Preguntó un periodista- “sí, tenemos la noche libre ¿por qué tienes algún problema?”, respondió Garito Medel. “No, es sólo una pregunta”. “Aaah o quieres que estemos encerrados”, finalizó el jugador. Miró a los reporteros locuaces con cara de pocos amigos. “Bueno muchachos que estén bien”, dijo mascando la rabia, luego de una pregunta con “poco tacto”.

Para empezar, debo admitir que soy hincha de Medel – de ahí que lo llame Garito y no Gary Alexis a secas-, un vínculo irrenunciable, indestructible e insoslayable concebido por una institución que transita los caminos del desazón permanentemente. Porque los amores escasean de raciocinio, no se está por conveniencia o comodidad, al contrario, mientras más dolor exista el sentido de pertenencia pareciera aleonarse.  

Modelo de cómo se debe ascender en la escala social burócrata. Nacido en la comuna de Conchalí, precisamente en la población La Palmilla: “Villa de escasos recursos compuesta eminentemente por trabajadores, empleados y obreros de clase baja. Si bien el sector no es en sí problemático, los barrios aledaños sí son peligrosos”, escribió el periodista Joaquín Rivero para el periódico The Clinic. Las lágrimas de Garito conmovieron a todo un país con su entrega en el mundial. Lesionado, vendado hasta los dientes, construyó un carácter fibroso a punta de pases a la cuneta y la guapeada chora. Convencido de que los cocos y la maña se ganan en la población: “Hay más presión acá que en la Bombonera”, contó en el año 2010. “En el barrio se ve de todo. Una vez estábamos jugando y me pusieron tres pistolas en la cabeza”, explicó.

Sin embargo, las calles no pavimentadas o los campos abiertos son refugio para ver a niños jugando a la pelota o elevando volantines. En una esquina de la población se encuentra la botillería Colo-Colo. Don Calderón, vecino fundador expresó que “tomaban todo lo que allí había. Chicha, vino, lo que alegrará”. Y además agregó: “Teníamos clubes de rayuela en el paradero de allá. Fui capitán del equipo, jugaba con las dos manos: métale izquierda y derecha”, “un rato rayuela larga” –interrumpió el periodista-, “y póngale rayuela corta”, remató. Es uno de los pocos barrios con identidad, patrimonio, historia y gran contenido humano. Más allá de la imaginaria que comunica la televisión y los poderes públicos. Garito aprendió que en cada porrazo había que levantarse para conseguir sus sueños: “Sé que hay muchos niños que deber querer ser futbolistas profesionales, llegar a la selección y ser campeones del mundo. A ellos les puedo decir que tienen que seguir sus sueños, no darse por vencidos, porque al final la recompensa puede llegar. Para triunfar, hay que tener hambre y deseos de ganarle a la vida”, comentó para el periódico La Segunda.

Su vida podría materializarse en un libro de auto ayuda o un documental cebollero de cómo superarse en la vida, porque su capacidad de resiliencia es bestial. Su padre, de oficio jardinero, nunca fue bueno para el fútbol, sin embargo sus hijos (el menor, Kevin, es seleccionado sub 20) tienen talento y coraje. En el año 2012 la televisión española lo entrevistó: “Desde chico quise ser futbolista. Pero cuando tenía 17 años y nacieron mis hijos gemelos Alejandro y Gary, ahí me enfoque por completo en el fútbol. Lo mejor que uno puede tener es la familia. En los brazos tengo tatuado el nombre de mi familia: Marisol, mi madre y Luis, mi padre, y acá (parte posterior del antebrazo) el nombre de mis gemelos, entonces cada vez que hago un gol me beso los tatuajes para dedicárselo”.

“La entrega de Gary es única. Estaba lesionado y seguía luchando igual. A los nueve años, ya iba a todas” contó su descubridor, Alfonso Garcés, viejo canoso que transita Santiago buscando talentos para llevarlos a Católica. Recuerdo el día que me cruzó para invitarme a la prueba de jugadores que hacía el club. Fui y, al lado mío, estaba un mocoso que le decían pitbull, ni chances de competir. “A veces, estoy cansado, pero veo a mis compañeros correr, y me dan ganas de seguir corriendo, es algo natural”.

“Eres el cuarto chileno en la historia del Inter (Zamorano, Pizarro y Jiménez) ¿tuviste la posibilidad de hablar con ellos?”, preguntó el periodista. “Muy feliz de llegar al Inter. No tuve la posibilidad de hablar con ninguno, pero sí  hablé con Mauricio Pinilla, me dijo que es un club muy grande que ha ganado muchas copas nacionales e internacionales”, fueron las primeras palabras vestido con la camiseta de entrenamiento del club italiano. “No he venido a reemplazar a nadie, vengo a marcar mi propia historia”, dijo el chileno  que utilizará el dorsal dieciocho. Garito Medel es todo lo que queremos ser. 



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