El
Club Barcelona jugaba frente al Valladolid. Guardiola era capitán que mandaba a
un camarín que en la cancha se movía bajo las orbitas de Rivaldo. Uno a cero
ganaba el Barca con gol de Kluivert. El entrenador Lucho Van Gaal. Sentado a la
derecha de Xavi Hernández, vestido con el buzo oficial estaba Carles Puyol con
sus manos juntas, preparado para rezarle a la Virgen de Montserrat. En el
minuto 55, coincidencias del dios fútbol, debuto con el dorsal 32.
Pero
hubo una noche en que el cinco fue más cinco que otras veces. Noche de Clásico.
Raúl Bravo mandó la pelota al área para que Reiziger, defensa del Barcelona, despejara
al tiro de esquina más largo de la historia. Al Madrid lo auspiciaba Siemens
Mobile, mientras que al Barcelona nada. Figo se dirigió al radio diestro de la
defensa del Barca, mientras intentaba llegar las pifias eran ensordecedoras,
las botellas llovían y él no llevaba paraguas. Tomó una botella de plástico y
levantó su pulgar derecho. Mala señal, que provoco más furia en la hinchada
catalana. Recordemos que fue traspasado directamente del club catalán al
Real Madrid por la suma de 60 millones de euros, los culés consideraron la
maniobra de alta traición, ya que el jugador había firmado un precontrato con
Florentino Pérez que en ese momento postulaba a la presidencia del club
merengue. “Intentare dignificar al máximo el nombre del Real Madrid, espero ser
tan feliz como los años que he pasado en Barcelona”, declaró el fichaje más
caro del fútbol mundial.
Figo,
ex capitán del Barca: ganó dos ligas, una copa del rey y marcó 30 goles, se
marchó con la conciencia tranquila al eterno rival. Pero volvamos a la noche en
que el cinco fue más cinco que otras veces. Después del gestó irónico con la botella,
se retiró a un costado. Roberto Carlos ayudó a retirar algunas botellas, pero
cada segundo caían más. El entrenador del Barca, por mientras, preparaba un
cambio Overmars por Motta. Continuaba alejándose. Con su mano derecha peinaba
su pelo en forma de mohicano, intentando pasar desapercibido. Puyol y Cocu, capitán
del Barca, intentaban convencer al árbitro que el córner podía ejecutarse. El primero
enarbolaba los brazos pidiendo calma a la afición, mientras los culés gritaban
mercenario.
Intento
lanzar el tiro, pero fue imposible. Puyol se le acercó e intento convencerlo y
lo logró. Xavi se paseaba por ahí. El árbitro llamó a Raúl y a Cocu, pero
también fue el tarzan, tenía la necesidad de ya ser capitán. Al tercer intento
golpeó el balón. Figo ama la presión y casi se le cuela a Bonano que con un estirada de ángel mando córner.
Tiro
de esquina desde el otro sector. Solo debía recorrer 68 metros. No alcanzó a terminar
el área cuando, otra vez, llovieron las botellas. Puyol, desesperado, los
corrió a todos, empezó a patear los objetos que sus propios hinchas lanzaban. Esplendido,
pidiendo raciocinio a sus hinchas, pidiendo calma, entregando valores del
deporte. El Madrid se retiraba del campo de juego. Arriba Gaspar, presidente
del Barca, sentado al lado de Pérez que fumaba un cigarrillo, se marchó entre
la vergüenza y la responsabilidad.
El escándalo continuó, a través de la megafonía se pedía que volviera la calma.
Cocu intentaba persuadir al árbitro. Una muñeca inflable de pelo amarillo con
el número 10 y el nombre de Figo recorría las gradas del estadio. Finalmente el
partido estuvo detenido 15 minutos. Con el tiempo suspendido las imágenes que
daban la vuelta al mundo era de botellas de whisky, una cabeza de cochinillo,
botellas de gaseosas todo sobre el terreno de juego.
Carles
Puyol representa los valores del juego: dejar que Abidal o Tito levanten copas sin
ser capitán sino por lo que representan es admirable. Retar a Thiago y a Alves
por celebrar un gol cuando el partido estaba empatado es tener hambre de
triunfo. Quitarle un encendedor a Pique en un clásico antes de que se lo
muestre al árbitro es ser un jugador leal. Ganar tres Ligas de Campeones es ser un
ganador. Marcar un gol en un mundial te de grandeza. Retirarse antes de que lo retiren es inteligencia.
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