miércoles, 9 de abril de 2014

Cholismo


Hay dos formas de adquirir la identidad en un equipo de fútbol: que los jugadores que se abastecen sean suficientemente capaces de aceptar el mensaje de forma rápida evidenciando categoría, o trabajar hasta el cansancio intentando cautivar y dar forma a una idea de juego. Pero, además existe la convivencia de las dos representaciones, si esto se logra, disfrutaremos de jugadores seducidos por una idea que aplicaran al pie de la letra.

Sin embargo, no es fácil entregar un mensaje que se materialice en identidad. Al contrario, a veces se desdibuja, el rival te somete impidiendo ser lo que eres o renuncias a tu esencia porque consideras que el camino más corto para acabar fundiéndote con la victoria es la traición a tu modo de concebir el horizonte. Puede venir del técnico basándose en sus experiencias que dejan aprendizajes. O el maestro se transforma amoldándose a la filosofía de la institución.  

“Ganar, ganar, GANAR y volver a ganar”, pregonaba Luis Aragonés entrenador del Atlético de Madrid durante 15 años en cuatro periodos distintos, logrando 8 títulos. En uno de sus ciclos deportivos, tuvo lo que es hoy, su mejor reproducción: Diego Simeone.


El cholo vive los partidos en una montaña rusa. Es el primero en levantar a la afición, el segundo es el mono Burgos. En los cuartos de final de la Uefa Champions League dio una lección que duró 180 minutos. El partido comenzó sin novedades: Barcelona intentando controlar el partido desde la posesión y el Atlético cubriendo  todos los sectores de la cancha. Intensidad y concentración combinadas. Lateral ofensivo, los culés no cortaron el principio que dice que desde un lateral no te pueden disparar al arco. Mal síntoma.

Courtois, al igual que en la Supercopa de 2013, lanzó un balón largo emparejando a Javi García contra Alba. Segunda pelota a la espalda de Mascherano, Adrián sin control remató, pegó en el palo. Tercera pelota, de la misma jugada, Koke abre para Villa que lanzó un gran centro, Adrián ganó de cabeza sobre Alba para que el máximo asistidor de la liga de España anotara sin dejar caer el balón. Abulia de los defensores, atraídos por la energía esferoidal. Gol de Koke.

La actitud no se negocia. Sin su juguete favorito los de Martino parecían desorientados en el terreno de juego: sometidos desde la posición del balón y territorial. Intensidad pura. Controles verticales, robar, correr, meter, chocar, volver a robar. En cinco minutos el Barca no pudo salir del área y los colchoneros seguían corriendo, robando, metiendo, chocando.

El “cholismo” desdibujó la identidad azulgrana: primer tiro al arco, centro de Alves desde la derecha, testaso de Messi desviado. Equipo frío. Marca férrea, llegando, a veces a triplicar al portador. Neymar, aun con descaro sudamericano intentó buscar el duelo uno contra uno, por escasos momentos triunfó, pero fracasó constantemente. Sobre el costado derecho, en su zona de confort, picó, tiró un caño efectivo y habilitó a Messi que volvió a fallar.  

La selección de jugadores favorita de Martino no hacía mella en el rival: sin punteros en cancha el juego se centralizaba cayendo en el embudo colchonero favoreciendo el choque. Lo atacó mirándolo a los ojos, había que colocarlo de costado. Escasearon los movimientos sin balón.

“Quiero a estos jugadores, jamás traicionan nuestra idea”, declaró Simeone. Sin especular el equipo local realizó un segundo tiempo inteligente. Interpretó los momentos del partido y a la hora de defender no escatimó capacidad atlética: recorrió un total de 110.303 metros contra 107.773 del Barcelona. El que más quemó kilómetros fue Koke con 12,260. Villa 9.149 y Messi 6.853 km. La identidad se relaciona con las fases del juego, un equipo maduro sabe cuando tiene que defender.

El reloj de juego comenzó a influir en las decisiones del entrenador catalán: fuera Fábregas e Iniesta adentro Alexis y Pedro. Lo intentó empatar con menos generación y más poder de fuego. "Habíamos hablado de la necesidad de juntar más delanteros si se daba el caso. Y para ello había que quitar a un interior. Lo hemos intentado así. Con el trajín de las últimas semanas lo veía (a Iniesta) un poco agotado", explicó Martino.
 
Y de repente, en 70 minutos de partido, todo el Atlético volvía a correr, a meter, a chocar. Aire fresco que casi se materializa en gol: Gabi tiró al bulto de Pinto. Las nuevas energías bajaban desde las gradas inhibiendo los movimientos de la visita que intentaba sin ideas. "Los jugadores siguen y siguen, siento admiración por estos jugadores. Más allá de quererlos, los quiero por cómo se entregan. La línea es del equipo, no mía. Y no la traicionan jamás. Las grandes batallas las ganaron quienes mejor las plantearon. Ellos no traicionan nuestra idea, porque hay un afecto y esto es de todos", expresó Simeone.

El hincha número uno continúa en la montaña rusa, se sale del área técnica, poco le importa. Dirige, corre, enarbola los brazos, reclama aliento. Koke, adentro, ordena, pide disciplina y calma. Godin transpira garra charrúa.

Noche europea soñada. Cuarta vez que Atlético llega a semifinales, la última vez había sido en 1974. Además, llevaba 10 partidos sin vencer a Barcelona, cuatro empates y seis derrotas. “No ganan siempre los buenos, ganan los que luchan”, añadió.  





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