¿Banana
o plátano?
“Mi
padre siempre me decía come plátanos que evita los desgarros”, dijo Daniel
Alves cuando le preguntaron por el acto de racismo que sufrió en el Madrigal:
le lanzaron una banana, y en vez de arrancar al vestuario, la agarró y le dio
un mordisco. Un acto de sabiduría, una humorada. “Si pudiera colgaría la foto
del agresor en Internet para avergonzarle”, agregó. A priori, se cree que nadie
legitimara un acto de racismo. Sin embargo, la enfermedad avanza contagiando a
personas que se creen superiores a otros por una fuerza mágica y extraña.
En
los mapas no figura, pero esta. Es invisible, pero esta. El deporte como espejo
de las sociedades modernas, lejos de lo moralmente correcto. Representa la
cultura que nos antecede y envuelve. Es curioso el caso de Donald Sterlin,
propietario más antiguo de una franquicia de NBA (compró a los Clippers en
1981), es algo así que te guste sólo la pimienta blanca y no la negra. “Me
molesta mucho que tú quieras transmitir que te relacionas con los negros.
¿Tenías que hacerlo?”, disparó, supuestamente, Sterling a Stiviano, su novia
afroamericana. “Puedes estar con negros, puedes estar con ellos, puedes hacer
lo que quieras, la pequeña cosa que te pido es que no los promociones y que no
los traigas a mis partidos. Yo mantengo y les doy comida a esos jugadores
negros”, agregó el expulsado propietario por el comisionado Adam Silver,
marcando una actitud sin precedente. Tolerancia cero. Contundente, sin
contemplaciones, marcando la cancha y dejando en claro cuáles serán los
castigos si alguien intenta una maniobra similar.
Estados
Unidos, cuya constitución es, sobre el papel, el paradigma de las libertades
basta que levantes la alfombra para encontrar la suciedad. Raspando el barniz
se encuentra la mugre. Un estudio elaborado por la Universidad de Harvard,
publicado por el New York Times, coloca a Mississippi, junto a Alabama,
Georgia, Lousiana y Tennessee (cuna del Ku Klux Klan) como los estados más
racistas del país. Los jugadores de los Clippers fueron recibidos por el
público de Oakland al grito de: “Let’s go KKK Clippers” (Vamos Ku Klux Klan
Clippers), una manifestación dolorosa para jugadores de raza negra que se
pusieron bandas negras en sus muñecas y brazos, además de vestir medias del
mismo color.
Hoy
habrá sido Sterling, o el anónimo del Madrigal (descubierto en las últimas
horas), pero mañana será otro y eso es lo lamentable. El deporte seguirá
aguantando representaciones de la conducta humana, pero intentar que sea la
solución al problema es un error, la visibilidad del racismo en la última
semana es sincrónica o temporal.
¿Banana o plátano?, poco importa.
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